Existe evidencia más que sólida (Horrocks et al., 2002; Reeves et al., 2009), de que situar a la enfermera como puerta de entrada a los servicios de AP no sólo no conlleva, en el peor de los casos, peores resultados en salud, sino que mejora la satisfacción de los pacientes (Mundinger et al., 2000) e incluso podría ayudar a rebajar los costes asistenciales. Esto último, que en muchos panfletos enfermeros
se da por hecho sin evidencias, no es tan sencillo, ya que las enfermeras tendrían que tener al menos la misma productividad que los médicos y no siempre es así ya que hay variables como la duración de la consulta, las citas por paciente, la solicitud de pruebas, o la actividad prescriptora, que pueden reducir y hasta anular
las ventajas en costes derivadas de las diferencias salariales (Venning et al., 2000; Laurant et al., 2004).
• En muchos países existen dispositivos de atención telefónica de consultas sanitarias que son atendidos por enfermeras. Su papel como filtro eficaz para evitar consultas innecesarias en urgencias y AP es muy valorado (Buchan y Calnan, 2005; NHS Direct, 2009; Purc-Stephenson y Thrasher, 2010).
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