José es electricista. La crisis económica le ha llegado con su peor mensaje: acaba de perder su empleo.
José es el padre de María. María dejó de caminar y perdió el habla cuando tenía tan solo 18 meses. La causa: el Síndrome de Rett,
una extraña enfermedad congénita que afecta al sistema neurológico y
que tienen una de cada 10.000 personas. Como consecuencia de la
enfermedad, María no puede mover gran parte de su cuerpo y sufre
frecuentes episodios de apneas y crisis epilépticas.
José es un apasionado del deporte. Le gusta correr. Pero no sale a correr solo: lo hace acompañado de María. Es su motivación. Descubrió
que su hija disfrutaba especialmente cuando su carro se deslizaba
empujado por él. Juntos, a la carrera, recorren caminos compartidos en
los que encuentran la sonrisa.
“María se entera de muchas más cosas de las que piensan los doctores.
Es otra niña mientras corremos. Lo percibo y es lo único que me
importa: hacerla feliz”.
Cuando fue capaz de correr durante tres horas seguidas, José se
apuntó con su hija a su primer Maratón. Desde entonces no han dejado de
preparar y participar en otras carreras.
No conozco a José ni a María, pero casi puedo ver esas sonrisas
cruzadas entre ellos. Sonrisas de padre e hija. Puedo intuir el esfuerzo
y la lucha en común, y también la ilusión y la felicidad compartidas.
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