El gas radón que es emitido por el suelo o las piedras, puede entrar a los edificios a través de grietas en el piso o las paredes, los empalmes en las construcciones o los espacios que quedan en los cimientos alrededor de las tuberías, varillas o bombas. Los niveles más elevados de radón por lo general se encuentran en el sótano o espacio subterráneo. Las fuentes de estos niveles de radón se encuentran más aproximadas más a la tierra o piedras. Por consiguiente, las personas que pasan mucho tiempo en los sótanos de sus casas o lugares de trabajo tienen un riesgo mayor de exposición a este gas.
También es posible que pequeñas cantidades de radón sean liberadas del suministro de agua hacia el aire, especialmente si la fuente de agua es subterránea. El radón se puede inhalar a medida que pasa del agua hacia el aire. El agua que proviene de los pozos subterráneos profundos en las rocas puede tener niveles altos de radón, mientras que el agua superficial (obtenida de los lagos o ríos) por lo general tiene muy bajos niveles de radón. En su mayoría, el agua no contribuye mucho a la exposición general al radón.
La exposición al radón también puede surgir de algunos materiales de construcción si son fabricados con sustancias que contienen radón. Casi cualquier material de construcción hecho de sustancias naturales, incluyendo concreto y yeso, puede que emita algún nivel de radón. Estos niveles son muy bajos en la mayoría de los casos, pero en algunas ocasiones puede que estos materiales contribuyan considerablemente con la exposición al radón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario