A las recomendaciones se asignan calificaciones de A, B, o C, dependiendo de la calidad de las evidencias.
La opinión del experto (E) es una categoría aparte para las recomendaciones en las que no existe todavía ninguna evidencia de ensayos clínicos, en los que los ensayos clínicos pueden ser poco prácticos, o en los que hay pruebas contradictorias.
Las recomendaciones con una calificación A se basan en ensayos clínicos grandes bien diseñados o metaanálisis bien hechos. En general, estas recomendaciones tienen la mejor oportunidad de mejorar los resultados cuando se aplican a la población a la que son apropiadas.
Recomendaciones con menores niveles de evidencia pueden ser igualmente importantes, pero no son tan bien apoyadas.
Por supuesto, la evidencia es sólo un componente en la toma de decisiones clínicas.
Los clínicos cuidan de sus pacientes, no de poblaciones; las pautas deben interpretarse siempre con el paciente en mente. Las circunstancias individuales como la comorbilidad y enfermedades coexistentes, la edad, la educación, la discapacidad, y sobre todo, los valores de los pacientes y sus preferencias, deben tenerse en cuenta y pueden dar lugar a diferentes objetivos de tratamiento y estrategias.
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